Construyendo identidad y convivencia

P. Federico Carrasquilla

Por Arleison Arcos Rivas

Federico Carrasquilla, más que sacerdote, es reconocido como el líder histórico del Barrio Popular.

Nacido en 1935 como el cuarto de ocho hermanos y hermanas, estudiante ejemplar, destacado por su dedicación al estudio y al deporte.

En 1947 ingresó al Seminario Menor de Medellín y se ordenó sacerdote el 23 de mayo de en 1959, luego de adelantar estudios teológicos en Roma, siendo uno de sus compañeros de curso el que luego sería el polémico Cardenal Alfonso López Trujillo; el mismo que; varios años adelante, en 1989 y siendo su superior le exigirá obediencia y arrepentimiento de su contumacia.

Posteriormente, adelantó estudios de Doctorado en Antropología Teológica en la Universidad de Lovaina, Belgica, en donde lo sorprende la llegada de Pablo VI al papado y los nuevos vientos del Concilio Vaticano II.

De Lovaina no regresa un sacerdote conservador ni santero. Al contrario, descubre en sus estudios de teología, sociología y antropología al Dios de los pobres; el que suda en la calle; el de rostro curtido. ¿Cómo habrá de predicar a un Dios que con dignidad de pobre alza la cruz en una ciudad conservadora y taimada como la Medellín de los sesenta? ¿Cómo predicar a lDios de los pobres, al Jesús histórico como Director de Filosofía en el Seminario Mayor Arquidiocesano?

ENCUENTRO CON EL DIOS DE LOS POBRES

Que este cura revolucionario no cabía en ese espacio era obvio. Predicar la dignidad del pobre en lugares en los que se exalta la dignidad sacerdotal por encima de cualquier otra forma de ser humano resulta imposible. Por eso duró tres meses en su cargo y empieza a granjearse la fama de cura rojo, como serán calificados otros sacerdotes cercanos a la Teología de la Liberación, que luego convergirán en el grupo de sacerdotes de Golconda, acompañamos por Monseñor Gerardo Valencia Cano, quienes vieron en la encíclica papal Populorum Progressio (El progreso de los pueblos) un canto de batalla por una Iglesia renovada, encarnada en la historia y en los pobres: "La esperanza de salvación que celebramos en este tiempo nos lleva a reflexionar sobre la relación de esta esperanza con las aspiraciones del hombre colombiano".

El grupo de Golconda, del cual Federico no hizo parte pero sí conoció de sus conclusiones, encuentra que "en el ejercicio del ministerio de la Palabra debemos partir de la situación del hombre co-lombiano, de sus experiencias y de su anhelo de cambio social". Esta huella llevará a Fede a entender que conocer a Jesús es conocer al pobre, camino por el que, apesadumbrados por haber invertido esa platica en sus estudios en Europa, sus superiores le retiran del cargo en el Seminario, pero le permiten trabajar como profesor en la Universidad Bolivariana; la Pontificia de Medellín.

Hacia finales de la década del sesenta, Federico Carrasquilla llega al Balcón de las Dedicatorias, en el naciente Barrio El Popular, al tiempo que arriban igualmente muchas familias acorraladas por la violencia en sus pueblos de origen. En esta pequeña posada con tocadiscos de aguja y altoparlantes que deleitaban con complacencias a los modestos habitantes del Barrio,llega Fede a iniciar su trabajo de acompañamiento a la precaria comunidad barrial. Alguien toma el micrófono y anuncia por el altoparlante: "Es noviembre y nos llega una noticia de alegría". La mayoría de los habitantes del barrio, católicos de pura cepa se arriman al pequeño balcón a conocer al sacerdote portador de semejante complacencia; mucho más cuando viendo el apuro por acomodarle se contenta con una modesta pieza de tablones, sin cama y sin sanitario en la que empezará su labor comunitaria y sacerdotal.

En este barrio de Medellín, empiezan a construir rudimentarias viviendas de latas, madera y cartón y este cura trabaja, todos los días, codo a codo con la gente, sin cobrar por su trabajo ni por los servicios sacramentales de la iglesia.

Por ese tiempo, había crecido en el mundo un movimiento eclesial de sacerdotes o curas obreros, nacido a finales de la segunda guerra mundial en Europa y propagado por América Latina con la huida de España de muchos sacerdotes perseguidos por el régimen franquista, auspiciadores de los movimientos sindicales y de resistencia. Sumado a este movimiento, aparece otro que luego impirmirá su huella en Fderico: el movimiento sacerdotal por el Tercer Mundo, nacido de un documento revolucionario que impulsó el obispo brasilero Helder Camara, denunciando una iglesia siempre del lado de los poderosos y del poder económico: "la Iglesia ha estado prácticamente siempre ligada al sistema político, social y económico que, en un momento de la historia, asegura el bien común o, al menos, cierto orden social por otra parte las Iglesias se encuentran de tal manera ligadas al sistema, que parecen estar confundidos unidos en una sola carne como en un matrimonio". En 1967, la Conferencia Episcopal de América Latina, el CELAM, reunida en Medellín, pondrá una piedra más en el edificio de la discordia con la iglesia tradicional, bastante alejada del pobre; preocupación que llevará a muchos católicos, laicos y sacerdotes, a incorporarse a movimientos armados como alternativa de lucha popular.

Este reclamo por una iglesia que tome partido por el pobre y el humilde tiene eco en muchos sacerdotes que se animan a mirar, a apasionarse y a vivir con los pobres. Muchos laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes hacen, como Jesús, una opción preferencial por los pobres.  Federico se hace uno más, junto a otros sacerdotes como Vicente Mejía y Guillermo Buitrago se dan a la tarea de acompañar a las familias de desplazados que se arriman a los bordes de la ciudad de Medellín, construyendo con ellas y ellos modestas viviendas con los materiales que la pobreza permite comprar; de la mano de la Divina Providencia.

DE LA MANO DE LA DIVINA PROVIDENCIA

Es precisamente la modesta construcción del templo de la Divina Providencia la que se convertirá en el centro del desarrollo barrial de El Popular, en donde Federico Carrasquilla realizó buena parte de su apostolado liberador.

Las fuerzas del orden, que como la iglesia tradicional se encuentran en las manos de los poderosos, no podían entender este discurso.Al tiempo que los desarraigados se apiñaban en el Barrio Popular, los camiones de la Policía y el Ejercito derrumbaban las enclenques construcciones de manera llana con las que cubrían sus penurias. Federico estaba ahí con ellas y con ellos, los necesitados. Cada día y cada noche se reunía con su gente para programar convites, mingas y colectivas para levantar de nuevo lo que les habían tumbado.  

Al día siguiente, como por obra de la Divina Providencia las casitas de cartón y madera estaban de pie nuevamente. ¡Que piedra habrán tenido los señores de Planeación, los gestores del ornato público, las autoridades del orden! Sin violencia, la comunidad liderada por Federico, por Don Eduardo Zabala, Doña Fabiola Correa y muchos otros, se empecinaba en no dejarse sacar de donde, a la fuerza es verdad, se habían metido. Pero es que no había de otra: Si ellos nos tumban uno construímos dos; ellos tumbando y nosotros parando. Así durante muchos días, meses, años, hasta que una tarde arrimaron los policías y detuvieron a todos los hombres que se encontraban en esa tarea, entre ellos Federico Carrasquilla, un cura sin sotana y con una pala en la mano, quien no se identificó como sacerdote para librarse de ese trance.

NADA MAS RADICAL QUE LA SOLIDARIDAD Y EL AMOR

En el calabozo estaba cuando uno de los agentes lo identifica como sacerdote. Previendo problemas con la Curia, pues cura es cura así sea rojo, el Inspector increpa a Federico por no haberse identificado y le exige que salga. Fede le responde "¿Por qué me voy a salid si fueron ustedes los que me metieron aquí? Yo salgo pero con todos los que detuvieron conmigo". Molesto, el Inspector les ordena a todos que se vayan, a lo que Fede riposta nuevamente: ¡Que se vayan! Pero si nosotros no estabamos aquí; ustedes nos trajeron, ustedes nos vuelven a llevar. Iracundo, el Inspector ordena a los policías que vuelvan a subir a esos revoltosos y a ese cura problemático, que junto a ese ejercito de obstinados que levantaron El Popular ganó una batalla sin disparar un tiro siquiera; porque como dice Fede, nada más radical que la solidaridad y el amor.

EL EVANGELIO DE LA DIGNIDAD

En ese continuo ajetreo creció El Popular. Federico entendió, desde su opción pastoral de acompañamiento y vida con el pobre, con la gente sencilla y humilde, el sentido del evangelio de Jesús. A este respecto, Fede cuenta la siguiente anécdota: "Una muchacha europea que vino a visitarme al Barrio Popular dijo que estaba muy impactada con la pobreza de la gente, y me preguntó qué estaba haciendo ante esto. Le expliqué que yo no podía acabar con todas esas carencias, pero que les daba compañía, amistad y que con mi presencia les hacía sentir que valían, y desde allí les ayudaba a que ellos encontraran los medios para enfrentar su solución. El que una persona de otra clase social esté al lado del pobre, y viva como ellos, es alentarles su autoestima e impulsarlos a que busquen solución a sus necesidades materiales.

La muchacha no quedó, ni lo más mínimo, satisfecha con mi respuesta. Me dijo que era hacer muy poco y que eso llevaría a la resignación. Yo le pregunté entonces, que cuánto tiempo llevaba en Colombia y qué le había hecho sentirse bien en nuestro país. Me contestó que la acogida y la bondad de la gente. Entonces, le analicé que ella podía tener todo el dinero que deseara y solucionar todos los problemas materiales, pero si carecía de un núcleo humano que la respetara y valorara, ella no podía sentirse bien. Si se carece de amistad, de sonrisas, de una valoración personal, la vida se hace insoportable, lo primordial es sentirse persona y desde ahí enfocar lo material".

 

UNA OBRA SOCIAL

Uno de los grafiti que se hizo famoso en El Popular reza "Federico, tu eres nuestro Cristo paisa" Exagerado, dirán algunos, pero así lo sintió mucha gente que, de la mano de Fede caminó en el fango para levantar un barrio.  De la mano de Fede también nacen muchas obras sociales: La Cooperativa Integral Popular, La Fundación para la Educación Popular y la Pequeña Industria FEPI, La Asociación Popular de la Industria y la Confección, APIC, La salacuna del Grupo juventud Popular que luego se convertirá en el Centro de Salud del Barrio, talleres de ebanistería, el Comité de Deportes Pablo VI, CODEPAVI, la Corporación de vivienda Popular, CORVIDECO; la corporación Monseñor Arnulfo Romero, del Barrio El Playón de los Comuneros, la edificaicón de la Escuela Divina Providencia, de la mano de la Junta de ACción Popular, El anexo IDEM Moscú, que luego será el Liceo Popular Nº 1, El Colegio Federico Carrasquilla y hoy la Institución Educativa Federico Carrasquilla. 

 

 Entre sus  escritos destaca 

  • La otra riqueza, Prensa Creativa, 1997 
  • Escuchemos a los pobres. Aportes para una antropología del Pobre. Centro de Investigaciones Sociales, 1996 (IR PDF)

 

 

 

 

 

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